Iniciando desescalada

Si hace un año me dicen que íbamos a estar prácticamente tres meses confinados, verías que risas nos echamos. Confinados, dice, sí claro, y voy yo y me lo creo (risas).

Pues sí, fíjate tú, que te lo vas a tener que creer.

Cronología de los hechos

  • Finales de 2019 – En China aparece un virus. Nadie lo tomó en serio. «No nos llegará».
  • Enero 2020 – Aparece el primer caso en España, concretamente en La Gomera. Seguimos incrédulos. «No nos llegará». Y eso que nosotras estamos a un par de islas del caso.
  • Febrero – Aparecen más casos en España, en China parece que empieza a estabilizarse, en Italia se desata el caos. Aún así: «no nos llegará».
  • Marzo – Nos llegó. Pandemia. Estado de alerta. Se apaga el mundo de golpe.

Y aparece la incertidumbre

Ante esta situación, creo que podríamos afirmar que no hay nadie que se salvara de las preguntas, desde las más personales hasta las más banales.

¿Hasta cuándo va a durar? ¿Tendré el virus? ¿Cancelamos todos los eventos del año? ¿Solo hasta…, cuándo, qué límite establecemos? Vamos viendo. ¿Volverá la normalidad? ¿Dejarán de poner en la televisión todos los especiales coronavirus algún día? ¿Cuándo podré viajar? ¿Cómo nos veremos afectadas económicamente? ¿Qué consecuencias tendrá? ¿Se acabará la policía de balcón?

Nuestra reflexión «tecnológica»

Bastante dura es la situación como para entrar a valorar ciertos aspectos, que a día de hoy todavía no tienen cabida. Esto no ha acabado. Quizás cuando echemos la vista atrás y podamos gritar a los cuatro vientos que hemos vencido, entonces podremos pasar a juzgar, porque sí, porque hay que juzgar y criticar constructivamente, para aprender, pero no ahora, no es el momento. Tenemos que seguir unidos.

Nosotras, que somos «telecos», hemos seguido muy de cerca el papel de la tecnología. ¿Estaría a la altura? ¿Podría soportar la que se avecinaba? Sí, porque para eso está, para ayudar a la sociedad. Como decimos en el apartado de Quiénes somos:

Para nosotras la tecnología es parte fundamental en la evolución de la sociedad y una necesidad básica para ayudar a las personas. 

¿Te imaginas esta situación hace 70 años? O no nos vayamos muy lejos, ¿hace 15 años? Mejor no nos lo imaginamos.

Hemos trasladado prácticamente nuestra vida al mundo digital:

  • Muchas empresas han adoptado el trabajo en remoto
  • Se celebran eventos online, y con muy buenos resultados
  • Quedamos con nuestros amigos y familiares a través de alguna plataforma de comunicación. Podemos hacer videollamadas de hasta 100 personas
  • Las clases se han adaptado para finalizar los cursos de manera online y que los estudiantes no vean interrumpidos sus estudios
  • Hemos consumido cantidades exageradas de películas, series, música, vídeos, juegos, etc.

Todo ello ha significado un incremento exponencial del uso de las infraestructuras de las telecomunicaciones. Teníamos miedo de que no pudieran aguantar, pero vaya que sí lo hicieron, y con buena nota.

Por otro lado, no queremos olvidarnos del movimiento maker, una llamada de ayuda y millones de personas se pusieron a fabricar: respiradores, viseras, lo que hiciera falta. Qué maravilla.

Los desarrollos de aplicaciones móviles o páginas webs tampoco se han quedado atrás. Tenemos un amplio abanico de opciones, desde las que son solo informativas hasta aquellas en las que si estornudas al teléfono te dirá si tienes el virus. Vayamos con pies de plomo, por favor, la tecnología hace magia, pero con precaución, que estamos hablando de un virus mortal. 

En definitiva, aunque siempre hay algún hilillo del que tirar y resquebrajar la tela, sí es verdad que la tecnología ha estado a la altura de la situación. 

La desescalada

Parece que se ve la luz al final del túnel, que nos acercamos a recuperar nuestra «normalidad». Ahora nos preguntamos, ¿qué quedará de todo lo que hemos aprendido?

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