Un niño utilizando una tablet

El uso de la tecnología por los menores

No se puede negar que hoy en día los menores están rodeados de tecnología, ya lo comentábamos hace unos meses en nuestra entrada sobre smartphones y bebés (enlace). El uso de la tecnología en sus vidas es imparable y algo que no se puede evitar, ni se debería, tampoco se debe obligar su uso, se debe dejar fluir. Cada niño/a tiene su forma de ser y querrá adentrarse en este mundo antes o después, le gustará o no, pero deberán ser ellos mismos quienes lo elijan.

Por otro lado, es cuestión de los padres estar ahí para apoyar, por ejemplo, la labor educativa, la estimulación, el razonamiento, etc. y no creer que el dispositivo electrónico ejercerá de “niñera”. Se deben interesar por lo que el niño o la niña hace en la red: qué visita o con quién habla.

Utilizando el control parental

El control parental es una funcionalidad que viene incorporada en los dispositivos para bloquear o limitar el acceso a cierto contenido en Internet. Incluye, entre otros, roles de usuarios personalizados, filtros o registro de la actividad.

A nivel técnico funcionan con una serie de procesos cargados en la memoria que controlan aspectos como los paquetes de datos que se mueven por la red o las aplicaciones que se cargan. Las principales áreas que se vigilan son:

  • Los contenidos. La función básica del control parental es filtrar los contenidos a los que los menores pueden acceder desde el navegador web. Se suelen utilizar listas blancas y negras de URLs o de palabras clave. De esta manera, cuando se detecta una determinada palabra o URL se bloquea el acceso. Una versión más avanzada de estos sistemas es el uso de categorías, pudiendo seleccionar una temática concreta.

  • Las comunicaciones. Supervisar lo que ocurre en las redes sociales, en el correo electrónico o en los chats es muy importante. Para ello el control parental permite bloquear el acceso a estas herramientas o bien registrar la actividad que se está llevando en ellas.

  • El software que se ejecuta. En el caso de los juegos existe una clasificación estándar a nivel europeo, PEGI (Pan European Game Information). Si el menor está tratando de acceder a algún juego que, por su violencia o contenido explícito, no está recomendado para su edad se restringirá su uso. No obstante, la calificación depende del desarrollador por lo que muchos juegos no están clasificados. Ante esta situación se puede simplemente vetar el uso de los juegos hasta que los padres lo autoricen, lo mismo sucede con el resto de aplicaciones que el menor puede utilizar.

  • El tiempo de uso. Se puede determinar los intervalos horarios, días de la semana, etc. cuando al menor se le permite estar con el dispositivo.

En definitiva, lo más adecuado pasa por educar, y en última instancia, apoyarse en aplicaciones de control parental. Es necesaria una supervisión capaz de realizar explicaciones, ya que lo importante no es saber usar la tecnología sino entenderla y conocer lo que hay detrás.

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